miércoles, 4 de agosto de 2010

Protagonistas y Antagonistas de la Revolución Mexicana (MM)

Henry Lane Wilson, Embajador de Estados Unidos en México.

En marzo de 1910, apenas ocho meses antes de que fuera declarada la guerra contra el gobierno del presidente Porfirio Díaz e iniciara con ello la Revolución, entró a la escena uno de los actores más influyentes en el desarrollo de ese movimiento, el político norteaméricano Henry Lane Wilson, quien sería clave en el rumbo que tomarían los sucesos que definirían el futuro de México.

Este personaje fue un abogado que sirvió en el cuerpo diplomático de Estados Unidos bajo la presidencia de William McKinley, de 1897 a 1901; de Theodore Roosevelt, entre 1901 y 1909, y de William Howard Taft, desde 1909 hasta 1913. En 1897, Lane Wilson fue enviado como ministro a Chile, donde permaneció hasta 1904, para viajar luego a Bélgica, sirviendo en Bruselas durante el conflicto vivido entre ese país en ralación a la lucha de independencia del Congo Belga. De ahí fue reubicado en México por el presidente Howard Taft, quien lo designó embajador norteamericano, el 21 de diciembre de 1909, presentando sus credenciales como embajador al presidente Porfirio Díaz el 5 de marzo de 1910.


Henry Lane Wilson

Wilson, como buen burócrata al servicio de su país, conocía el papel de los diferentes actores de la política mexicana del momento, incluidos Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Francisco Villa y Gustavo Madero. En su cartera incluía vigilar las potenciales tendencias izquierdistas del gobierno federal que quedaría al frente del país después de la inminente caída de Díaz quien partió de forma definitiva al exilio junto con su familia el 31 de mayo quien partió de forma definitiva al exilio junto a su familia a bordo del buque portugués "Ypiranga", rumbo a Francia, instalándose hasta su muerte en París.
Luego de la salida del dictador, inició la trama de Wilson para asegurar que el gobierno quedara en manos de quien le convenía como presidentea su país. Su preferido no era Francisco I. Madero, ya que lo consideraba incapaz de gobernar México y lo calificaba como "lunático", además de que no satisfacía los intereses económicos de Estados Unidos.

Wilson, se dedicó a lo largo de 1912 a amenazar y atacar a Madero, quien desde su llegada a la presidencia había tenido que enfrentar a muchos de los que lo habían apoyado en la lucha revolucionaria y luego se sintieron defraudados al no ver cumplidas sus expectativas, sobre todo los radicales, campesinos y obreros. A lo largo de su gestión de quince meses, Madero encaró rebeliones armadas, huelgas y conspiraciones contrarrevolucionarias, entre ellas el desconocimiento a su gobierno por parte del general Emiliano Zapata, quien a través del Plan de Ayala lo acusaba, además, de haber traicionado las causas campesinas.

Otros generales que se sublevaron contra Madero fueron Bernardo Reyes, ministro de guerra durante el porfiriato, y Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz, quienes terminaron en la cárcel para luego ser perdonados por Madero mismo. El conflicto desencadenó en la llamada Decena Trágica, que llevó el combate hasta las calles de la Ciudad de México, que se había mantenido hasta entonces ajena a la lucha armada. Por su parte, los generales Félix Díaz y Bernardo Reyes, liberados de la cárcel por militares afines, combatieron las fuerzas leales al presidente Madero, quien había nombrado al general Victoriano Huerta comandante general en sustitución del general Lauro Villar, leal a Madero y que se había encargado de la defensa del Palacio Nacional, donde había resultado herido en el combate.

El 17 de febrero, el presidente Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez fueron hechos prisioneros y mantenidos en custodia en Palacio Nacional. El momento fue aprovechado por el embajador Wilson, quien insinuó que sólo se podía evitar la intervención del ejército de su país con la renuncia de Madero. Para asegurar el éxito de sus planes, Wilson ofreció a Huerta y Díaz el edificio de la embajada de Estados Unidos para firmar un pacto en el cual se desconocía el gobierno de Madero y se establecía que Huerta asumiría la presidencia provisional antes de 72 horas, con lo cual cesarían las hostilidades. La firma de ese acuerdo, que se conocería como "El pacto de la Embajada" o "El pacto de la Ciudadela", significaría la captura y asesinato de Gustavo A. Madero, hermano del presidente, y la presentación de las renuncias de Francisco I. Madero y Pino Suárez, quienes se suponían viajarían en tren al puerto de veracruz, donde se ambarcarían hacia Cuba, al exilio.



A pesar de todos los acuerdos y de las gestiones de los amigos, familiares y de los ministros de Cuba, Chile y Japón ante Wilson para que intercediera a favor de Madero y Pino Suárez, el embajador se negó alegando que como diplomático no podía interferir en los asuntos internos de México. El 22 de febrero de 1913, Madero y Pino Suárez fueron trasladados a la Penitenciaría de Lecumberri, simulándose en el trayecto un ataque al convoy durante el cual los prisioneros fueron asesinados.

Victoriano Huerta, apoyado por el gobierno norteamericano, a través de Henry Wilson, se instalaría en Palacio Nacional desde donde gobernaría el país durante 17 meses, olvidando los compromisos adquiridos con Wilson de llamar a elecciones en las cuales no contendería. Para el 17 de julio siguiente, el embajador sería destituido de su cargo por el presidente Woodrow Wilson para cumplir diversos cargos durante la Primera Guerra Mundial.



Wilson, ya retirado, publicó sus memorias en 1927, señalando en ellas: "Después de años de maduras consideraciones, no dudo en decir que si hubiera confrontado la misma situación bajo las mismas condiciones, yo hubiera tomado precisamente la misma ruta". Murió en Indianapolis en 1932.

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